Cuando Dios regala, siempre da a manos llenas. Suficiente hubiera sido oir cantar, a unos centímetros de distancia, a Sofi Rivera. Eso ya es un milagro, un obsequio demasiado hermoso y sobradamente inolvidable. Pero si al canto y belleza natural de Sofi le agregamos la presencia poderosa de sus dos hermanas, Della y Kelín, y de su igualmente incomparable amiga Jessy Ruiz Gstir, entonces la mesa del karaoke Lucky Seven se vuelve un abuso, un regalo exagerado de ternura y de sensibilidad.
Entonces uno se pregunta, viendo bailar salsa sensual a Kelín, ¿qué hemos hecho para disfrutar de ese regalo visual? ¿Por qué tenemos la suerte de sentir el abrazo amigo de Della y volver a encontrarla cada vez más mujer y hoy más reina que antes?. Los hindúes dicen que cuando el amor y la belleza se nos acercan hoy, es porque en nuestra vida pasada dimos mucho amor. Debe ser así. Porque en esta vida no he hecho nada tan hermoso como para merecer esa sonrisa de Kelin, que abre todas las puertas, que enciende todas las luces, que vence todos los obstáculos. A nadie he servido ni ayudado tanto como para que la vida me obsequie el privilegio de estar oyendo la voz de Sofi interpretando el "Huele a peligro" de Myriam Hernández.
Los políticos, los futbolistas, los sacerdotes y ciertos personajes de la tele nos han quitado la fe en la vida. Pero Della, en minifalda, nos devuelve la fe. Uno ha viajado tanto, por tantas partes, que a veces ya no esperamos nada y nos preguntamos para qué escribir. Kelín, cuando baila y sonríe, nos hace escribir de nuevo. A sus 17, Kelin tiene toda la primavera floreciendo en el cuerpo, el aroma que nos va avisando que la niña que era hace poco se nos ha vuelto mujer de la noche a la mañana. Una mujer de diecisiete, que no sólo es una modelo. Es una artista.
Creo que los suicidas se matan y se lanzan de los edificios porque no conocen a las hermanas Rivera Kroll. Claro. Oyendo cantar a Sofi como Cristina Aguilera desaparece la tristeza en el mundo. Hay tanta gente que ya no tiene ganas de vivir que debería ver a Sofi en la tele para encontrar razones. No es que los hombres seamos ciegos, es que a veces ya no queremos ver. Y la belleza se nos pasa de largo, como la que estos cuatro ángeles poseen tan notoriamente.
Pero mucho ojo: los ángeles de la guarda de estas cuatro bellas deben trabajar mucho. La belleza y el talento atraen a los artistas pero también a la envidia, fantasma tan innoble y molestoso. Van a pasar problemas estas amigas, o ya los estarán afrontando, porque ese es el precio de la hermosura (los feos, por eso, estamos salvados). Della será Miss Perú, la cintura de Kelín seguirá provocando taquicardias y poemas, la tierna voz de Sofi seguirá arrullando a los niños y a los grandes, Jessy nos hará preguntarnos si es más guapa que su hermana Lizbeth (qué difícil responder esa pregunta). Qué más puede decir un escritor: yo no creo en el cielo. Pero si existe, que sea para ellas. Y si la felicidad existe, que también sea para ellas.
Por mi parte, ya no volveré al karaoke Lucky Seven. Para qué ir, si la belleza, la verdadera, la que no necesita arreglos, ya no va a estar. ¿Cómo mirar la pista de baile, si Kelin ya no va a estar?
Entonces uno se pregunta, viendo bailar salsa sensual a Kelín, ¿qué hemos hecho para disfrutar de ese regalo visual? ¿Por qué tenemos la suerte de sentir el abrazo amigo de Della y volver a encontrarla cada vez más mujer y hoy más reina que antes?. Los hindúes dicen que cuando el amor y la belleza se nos acercan hoy, es porque en nuestra vida pasada dimos mucho amor. Debe ser así. Porque en esta vida no he hecho nada tan hermoso como para merecer esa sonrisa de Kelin, que abre todas las puertas, que enciende todas las luces, que vence todos los obstáculos. A nadie he servido ni ayudado tanto como para que la vida me obsequie el privilegio de estar oyendo la voz de Sofi interpretando el "Huele a peligro" de Myriam Hernández.
Los políticos, los futbolistas, los sacerdotes y ciertos personajes de la tele nos han quitado la fe en la vida. Pero Della, en minifalda, nos devuelve la fe. Uno ha viajado tanto, por tantas partes, que a veces ya no esperamos nada y nos preguntamos para qué escribir. Kelín, cuando baila y sonríe, nos hace escribir de nuevo. A sus 17, Kelin tiene toda la primavera floreciendo en el cuerpo, el aroma que nos va avisando que la niña que era hace poco se nos ha vuelto mujer de la noche a la mañana. Una mujer de diecisiete, que no sólo es una modelo. Es una artista.
Creo que los suicidas se matan y se lanzan de los edificios porque no conocen a las hermanas Rivera Kroll. Claro. Oyendo cantar a Sofi como Cristina Aguilera desaparece la tristeza en el mundo. Hay tanta gente que ya no tiene ganas de vivir que debería ver a Sofi en la tele para encontrar razones. No es que los hombres seamos ciegos, es que a veces ya no queremos ver. Y la belleza se nos pasa de largo, como la que estos cuatro ángeles poseen tan notoriamente.
Pero mucho ojo: los ángeles de la guarda de estas cuatro bellas deben trabajar mucho. La belleza y el talento atraen a los artistas pero también a la envidia, fantasma tan innoble y molestoso. Van a pasar problemas estas amigas, o ya los estarán afrontando, porque ese es el precio de la hermosura (los feos, por eso, estamos salvados). Della será Miss Perú, la cintura de Kelín seguirá provocando taquicardias y poemas, la tierna voz de Sofi seguirá arrullando a los niños y a los grandes, Jessy nos hará preguntarnos si es más guapa que su hermana Lizbeth (qué difícil responder esa pregunta). Qué más puede decir un escritor: yo no creo en el cielo. Pero si existe, que sea para ellas. Y si la felicidad existe, que también sea para ellas.
Por mi parte, ya no volveré al karaoke Lucky Seven. Para qué ir, si la belleza, la verdadera, la que no necesita arreglos, ya no va a estar. ¿Cómo mirar la pista de baile, si Kelin ya no va a estar?